martes, 29 de septiembre de 2015

MIGUEL ÁNGEL BUONAROTI (1475-1564)


Miguel Ángel es un artista integral; pintor, escultor y arquitecto, su personalidad es tan fuerte que define los cánones del genio. Michelangelo Buonarroti. Nació el 6 de marzo de 1475 en el pequeño pueblo de Caprese, cerca de Arezzo, aunque, en esencia, fue un florentino que mantuvo a lo largo de toda su vida unos profundos lazos con Florencia, su arte y su cultura. 

Pasó gran parte de su madurez en Roma trabajando en encargos de los sucesivos papas; sin embargo, siempre se preocupó de dejar instrucciones oportunas para ser enterrado en Florencia, como así fue; su cuerpo descansa en la iglesia de la Santa Croce.

 Pertenecía a una familia acomodada - su padre Lodovico di Leonardo di Bounarroto Simone era "podestá" de Florencia en esa localidad - que se trasladó a la capital de Toscana a las pocas semanas de nacer el pequeño. 

La madre, Francesca di Neri di Miniato del Sera, confió la alimentación del pequeño a una nodriza, hija y mujer de canteros, dato que será considerado por el artista como fundamental para su formación. Cuando Miguel Ángel tiene seis años fallece su madre; en esos momentos conoce al pintor Francesco Granicci, un mozo de 12 años que le anima a pintar, lo que no será del agrado de Lodovico Buonarroto. 

Tras algunos años de "lucha" entre padre e hijo, Lodovico da su brazo a torcer - él deseaba que su pequeño realizara una carrera administrativa o comercial más satisfactoria que la pintura - y Miguel Ángel ingresa con trece años en la "bottega", el estudio, de Domenico Ghirlandaio con quien aprendería las técnicas del fresco y desarrollaría su extraordinaria capacidad como dibujante.

Uno de los mayores creadores de toda la historia del arte y, la figura más destacada del renacimiento italiano. En su condición de arquitecto, escultor, pintor y poeta ejerció una enorme influencia tanto en sus contemporáneos como en todo el arte occidental posterior a su época.



Aunque también se dedicó a la pintura y la arquitectura, la verdadera pasión de Miguel Angel fue la escultura. Inició su aprendizaje en el taller de Ghirlandaio para entrar al poco tiempo en la escuela patrocinada por Lorenzo de Medici, donde tuvo como maestro a Bertoldo di Giovanni.

PRIMERA JUVENTUD EN FLORENCIA


El padre de Miguel Ángel, Ludovico Buonarroti, oficial florentino al servicio de la familia Medici, colocó a su hijo, con tan sólo 13 años de edad, en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio. 

Dos años después se sintió atraído por las esculturas del jardín de San Marcos, lugar al que acudía con frecuencia para estudiar las piezas antiguas de la colección de los Medici. Invitado a las reuniones y tertulias que Lorenzo el Magnífico organizaba en el palacio de los Medici con otros artistas, Miguel Ángel tuvo la oportunidad de conversar con los miembros más jóvenes de la poderosa familia, dos de los cuales posteriormente llegaron a ser papas (León X y Clemente VII); conoció también a humanistas de la talla de Marsilio Ficino y a poetas como Angelo Poliziano, habituales visitantes del palacio.


Hacia 1492 realiza el relieve de la Batalla de los Centauros, que quedaría inconcluso. Toma como modelo a la Antigüedad clásica, mostrando en un reducido espacio la lucha entre hombres y centauros, destacando los escorzos de las diferentes figuras.

El cardenal Riario encarga a Miguel Angel en 1496 una estatua de Baco ebrio, finalizada al año siguiente. Sin embargo, el cliente no quedó satisfecho y no le pagó el trabajo. El dios del vino se presenta desnudo, acompañado de un pequeño sátiro, sosteniendo la copa de vino con su mano derecha y dirigiendo hacia ella su mirada, delatando su gesto el estado de embriaguez en el que se encuentra.




Dibujo de Miguel Ángel

En este dibujo de Miguel Ángel se aprecia su maestría para el retrato y el claroscuro. Sus dibujos solían ser estudios preliminares para otros trabajos


Por entonces Miguel Ángel, que contaba con 16 años de edad, ya había realizado al menos dos esculturas en relieve, el Combate de los lapitas y los centauros y la Virgen de la escalera (ambas fechadas en 1489-1492, casa Buonarroti, Florencia), con las que demostró que ya había alcanzado su personal estilo a tan temprana edad. 

Su mecenas, Lorenzo el Magnífico, murió en 1492; dos años después Miguel Ángel abandonó Florencia, en el momento en que los Medici son expulsados por un tiempo de la ciudad por Carlos VIII. Durante una temporada se estableció en Bolonia, donde esculpió entre 1494 y 1495 tres estatuas de mármol para el arca de Santo Domingo en la iglesia del mismo nombre.






PRIMERA ESTANCIA EN ROMA

Más tarde, Miguel Ángel viajó a Roma, ciudad en la que podía estudiar y examinar las ruinas y estatuas de la antigüedad clásica que por entonces se estaban descubriendo. Poco después realizó su primera escultura a gran escala, el monumental Baco (1496-1498, Museo del Barguello, Florencia), uno de los pocos ejemplos de tema pagano realizados por el maestro, muy ensalzado en la Roma renacentista y claramente inspirado en la estatuaria antigua, en concreto en el Apolo de Belvedere.

En esa misma época Miguel Ángel esculpió también la Pietà (1498-1500) para la basílica de San Pedro en el Vaticano, magnífica obra en mármol que aún se conserva en su emplazamiento original. La Pietà, una de las obras de arte más conocidas, la terminó casi con toda seguridad antes de cumplir los 25 años de edad, es además la única obra en la que aparece su firma.

La Piedad que se conserva en San Pedro del Vaticano es una obra juvenil, encargada en 1498 por el cardenal francés Jean Bilhères de Lagraulas. Se trata de una obra cuya iconografía no tiene precedentes en Italia, reprochándose al artista la juventud del rostro de María, a lo que Miguel Angel respondió aludiendo a la pureza y virginidad de la Madre de Dios. Sentada majestuosamente, la juvenil Virgen sostiene a Cristo muerto en su regazo, iconografía que toma del arte del norte de Europa. 

En lugar de aparentar dolor, María se contiene, se refrena, con una expresión en el rostro de total resignación. Con esta obra Miguel Ángel resume las innovaciones escultóricas de sus predecesores en el siglo XV, como Donatello, a la vez que introduce un nuevo criterio de monumentalidad característico del estilo del cinquecento italiano.

Pietà

En la Pietà, Miguel Ángel trabaja el mármol creando formas fluidas y dinámicas. El realismo de los cuerpos y los marcados pliegues del ropaje provoca una profunda emotividad en el espectador.

PRIMER RETORNO A FLORENCIA


El punto culminante del estilo de juventud de Miguel Ángel viene marcado por la gigantesca (4,34 m) escultura en mármol del David (Academia, Florencia), realizada entre 1501 y 1504, después de su regreso a Florencia.

El David es considerada su obra maestra, como un símbolo político, emplazándose delante del Palazzo Vecchio. Tiene 434 centímetros de altura, una escala colosal, en sintonía con las obras de la Antigüedad. Su desnudez provocó problemas, siendo incluso apedreada durante el traslado desde el taller del maestro hasta su emplazamiento. Destaca la grandiosa cabeza de mirada altiva, que irradia en su gesto una poderosa energía concentrada.

DAVID


David, de Miguel Ángel

El David (1501-1504), una de las obras más conocidas de Miguel Ángel, es una escultura en mármol de 4,34 m de altura. Aunque fue creada originariamente para la plaza de la Señoría de Florencia, actualmente se encuentra en la Academia de Bellas Artes de esa ciudad.

El héroe del Antiguo Testamento aparece representado como un joven atleta desnudo, musculoso, en tensión, con la mirada fija en la distancia, buscando a su enemigo, Goliat. La intensa y penetrante mirada, la fuerza expresiva que emana del rostro del David es, junto con la escultura de Moisés, realizada posteriormente, el mejor ejemplo de la terribilità miguelangelesca, rasgo distintivo de muchas de las figuras del artista toscano así como también de su propia personalidad.


El David, la escultura más famosa de Miguel Ángel, llegó a convertirse en el símbolo de Florencia, colocada en un principio en la plaza de la Señoría, frente al Palazzo Vecchio, sede del ayuntamiento de la ciudad. En 1910 se colocó en ese lugar una copia del original que se encuentra en la Academia.

Con esta obra Miguel Ángel demostró a sus coetáneos que no sólo había superado a todos los artistas contemporáneos suyos, sino también a los griegos y romanos, al fusionar la belleza formal con una poderosa expresividad, significado y sentimiento.


Paralelamente a su trabajo como escultor, Miguel Ángel tuvo la oportunidad de demostrar su pericia y habilidad como pintor al encomendársele un fresco para el salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio, La batalla de Cascina, frente a otro encargado a Leonardo sobre la Batalla de Anghiari.


Ninguno de los dos artistas llevó a cabo su cometido, limitándose a realizar un dibujo preparatorio sobre cartón a escala natural. En el caso de Miguel Ángel, el cartón presenta una combinación de figuras vestidas y desnudas en diferentes posturas y actitudes que anuncian su siguiente gran proyecto, la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina en el Vaticano.


LA BÓVEDA DE LA CAPILLA SIXTINA


En 1505, Miguel Ángel interrumpió su trabajo en Florencia al ser llamado a Roma por el papa Julio II para realizar dos encargos. El más importante de ellos fue la decoración al fresco de la bóveda de la Capilla Sixtina, que le tuvo ocupado entre 1508 y 1512, 24 años antes de comenzar, en 1536, el Juicio Final. Pintando en una posición forzada, acostado de espaldas al suelo sobre un elevado andamiaje, Miguel Ángel plasmó algunas de las más exquisitas imágenes de toda la historia del arte. 

Sobre la bóveda de la capilla papal desarrolló un intrincado sistema decorativo-iconográfico en el que se incluyen nueve escenas del libro del Génesis, comenzando por la Separación de la luz y las tinieblas y prosiguiendo con Creación del Sol y la Luna, Creación de los árboles y de las plantas, la Creación de Adán, Creación de Eva, El pecado original, El sacrificio de Noé, El diluvio universal y, por último, La embriaguez de Noé. Enmarcando estas escenas principales que recorren longitudinalmente todo el cuerpo central de la bóveda, se alternan imágenes de profetas y sibilas sobre tronos de mármol, junto con otros temas del Antiguo Testamento y los antepasados de Cristo. Estas imponentes y poderosas imágenes confirman el perfecto conocimiento que sobre la anatomía y el movimiento humanos poseía Miguel Ángel, cambiando con ello el devenir de la pintura occidental.

La capilla sixtina


Creación de Adán
Según la Biblia, Dios creó el primer hombre, Adán, "a su imagen y semejanza". En este fresco de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel pintó a Dios en el momento en que dota de vida a Adán. Dios es representado como un hombre anciano y con barba envuelto en una alborotada túnica color púrpura, la cual comparte con unos querubines. Su brazo izquierdo está alrededor de una figura femenina, normalmente interpretada como Eva, quien no ha sido creada aún, en sentido figurado, espera en los cielos a que le sea dado un lugar en la Tierra. El brazo derecho de Dios se encuentra estirado para impartir la chispa de vida de su propio dedo al de Adán, cuyo brazo izquierdo se encuentra en idéntica posición al de Dios. Es famoso el hecho de que ambos dedos están separados por una mínima distancia. La pintura tomó de tres a cuatro años en ser completada.
La composición es obviamente artística y no literal, ya que Adán es capaz de alcanzar el dedo de Dios, incluso antes de que se le haya dado "vida". De la misma manera, Eva es representada antes de su propia creación. La inclusión de Eva ha llevado a algunas personas a creer que la figura femenina podría representar a Lilith la mítica primera esposa de Adán, aunque, según la Biblia, Lillith también fue creada después de Adán.

Las posiciones idénticas de Dios y Adán se basan en el Génesis 1:27, que dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Al mismo tiempo Dios, que aparece flotando en el aire contrasta con la imagen terrenal de Adán, quien se encuentra acostado en un estable triángulo de tierra. El nombre de Adán viene del hebreo y significa hombre y la forma femenina Adamah significa Tierra. La inspiración de Miguel Ángel pudo haber venido del himno medieval Veni Creator Spiritusen el que se pide que el dedo de la mano paterna derecha (digitus paternae dexterae) de a los fieles amor y corazón.


LA TUMBA DE JULIO II


Con anterioridad a la bóveda de la Sixtina, en 1505, Miguel Ángel había recibido el encargo del papa Julio II de realizar su tumba, planeada desde un primer momento como la más magnífica y grandiosa de toda la cristiandad. Pensada para ser emplazada en la nueva basílica de San Pedro, entonces en construcción, Miguel Ángel inició con gran entusiasmo este nuevo desafío que incluía la talla de más de 40 figuras, pasando varios meses en las canteras de Carrara para obtener el mármol necesario. 

La escasez de dinero, sin embargo, llevó al Papa a ordenar a Miguel Ángel que abandonara el proyecto en favor de la decoración del techo de la Sixtina. Cuando, años después, retomó el trabajo de la tumba, la rediseñó a una escala mucho menor. No obstante, Miguel Ángel pudo terminar algunas de sus mejores esculturas con destino a la tumba de Julio II, entre las que destaca el Moisés (c. 1515), figura central de la nueva tumba, hoy conservado en la iglesia de San Pedro ad Vincula, Roma.

El musculoso patriarca aparece sentado en actitud vigilante dentro de un nicho de escasa profundidad, sosteniendo las tablas de la ley y con su larga barba entrelazada en sus poderosas manos. Parece una figura distante, en comunicación directa con Dios, y con una mirada que resume a la perfección la sensación de terribilità. Otras dos magníficas estatuas destinadas a esta tumba, el Esclavo moribundo y el Esclavo rebelde (c. 1510-1513, Louvre, París), demuestran claramente los modos miguelangelescos de abordar la escultura. Concibió las figuras como seres atrapados en el bloque marmóreo, que al ser tallados van liberando sus formas. Aquí, como en muchas otras obras suyas, deja las formas inacabadas (non finito), algunas veces por considerar que ésa era la forma deseada y otras por haber abandonado el proyecto durante su realización.

BIBLIOTECA LAURENCIANA


Pese a que el proyecto para la tumba de Julio II había requerido una planificación arquitectónica, la actividad de Miguel Ángel como arquitecto no comenzó de hecho hasta 1519, cuando diseñó la fachada (nunca realizada) de la iglesia de San Lorenzo en Florencia, ciudad a la que había regresado tras su estancia en Roma. Durante la década de 1520 diseñó también la biblioteca Laurenciana (sala de lectura y vestíbulo con la escalinata de acceso), anexa a la citada iglesia, aunque los trabajos no finalizaron hasta varias décadas después. 

Miguel Ángel tomó como punto de referencia el tipo de articulación de muros desarrollado por sus predecesores florentinos, pero infundiendo en ella la misma fuerza y energía que caracterizó su escultura y su pintura. En lugar de seguir con fidelidad los cánones clásicos estipulados por griegos y romanos, Miguel Ángel utilizó estos motivos —columnas, frontones, ménsulas— de manera más personal y expresiva.


TUMBAS DE LOS MÉDICI


También durante esta larga etapa de residencia en Florencia, Miguel Ángel emprendió —entre 1519 y 1534— el encargo de hacer las tumbas de los Medici en la sacristía Nueva de San Lorenzo. La sacristía, con cubierta cupuliforme sobre pechinas, acoge en dos de sus muros los sepulcros a modo de fachada o retablo en los que dispone ventanas cegadas, enmarcando la calle central donde va el sarcófago con las esculturas alegóricas y los retratos monumentales de los allí enterrados. Una de las tumbas se destinó a Lorenzo II de Medici, duque de Urbino (1492-1519); la otra a Giuliano de Medici, duque de Nemour (1479-1515). 

Ambas se concibieron como representación de dos actitudes yuxtapuestas: la de Lorenzo, contemplativa, introspectiva; la de Giuliano, activa, extrovertida. Dispuso también sobre ellas magníficas figuras desnudas personificando a la Aurora y el Crepúsculo, bajo la figura sedente de Lorenzo, y el Día y la Noche bajo la de Giuliano. Los trabajos en las tumbas de los Medici continuaron tras el regreso de Miguel Ángel a Roma en 1534. Nunca más volvió a ver su añorada Florencia.


En la de Lorenzo nos encontramos al duque sentado en meditabundo silencio, acompañado por las alegorías del Crepúsculo y la Aurora. En la de Giuliano, duque de Nemours, la figura del coraceado guerrero preside la tumba, acompañado también por dos nuevas alegorías, la Noche y el Día.


EL JUICIO FINAL


Ya en Roma, Miguel Ángel comenzó a trabajar en 1536 en el fresco del Juicio Final para decorar la pared situada tras el altar de la Capilla Sixtina, dando por concluidos los trabajos en 1541. Cristo, en actitud de juez, se convierte en el centro de la composición; a la izquierda, la salvación de las almas que van ascendiendo al cielo; a la derecha, los condenados que van cayendo a un infierno a todas las figuras desnudas, desnudez que fue tapada una década después con los paños de pureza, realizados por Daniele da Volterra (conocido como Il Braghettone precisamente por este motivo) en un momento en el que el clima cultural se había vuelto mucho más conservador. 

El propio Miguel Ángel aparece retratado en la piel desollada de san Bartolomé, a los pies de Cristo.dantesco. Como era normal en él, Miguel Ángel representó.

EL JUICIO FINAL

EL JUICIO FINAL

El fresco es de enormes dimensiones -13,70 x 12,20 metros- e incluye casi 400 figuras de las que se han identificado aproximadamente 50.




La zona superior de la composición, más de la mitad de la pared, está ocupada por el mundo celestial presidido por Cristo como juez en el centro de la escena. A su lado, la Virgen María, rodeadas ambas figuras por un conjunto de santos, apóstoles y patriarcas que constituyen el primer grupo circular. A ambos lados de este grupo central diferentes mártires, vírgenes, bienaventurados y Confesores de la Iglesia forman una segunda corona. En los lunetos superiores aparecen dos grupos de ángeles que portan los símbolos de la Pasión. 

A los pies de Cristo se sitúan San Lorenzo y San Bartolomé. En la zona intermedia podemos encontrar tres grupos; en la izquierda, los juzgados que ascienden al Cielo mientras que en la parte contraria se ubican los condenados que caen al Infierno, ocupando los ángeles trompeteros el centro para despertar a los muertos de la zona inferior que se desarrolla en el espacio izquierdo de este último tramo. En la zona inferior derecha hallamos el traslado de los muertos en la barca de Caronte ante el juez infernal.

A finales de la década de 1970 comenzaron los trabajos de restauración de los frescos de la Capilla Sixtina, que con el paso del tiempo se habían deteriorado enormemente. Al limpiarlos, para lo que se emplearon las técnicas más modernas, aparecieron los colores originales de las pinturas. También se eliminaron gran parte de los paños que cubrían los desnudos de las figuras, y sólo se han conservado los que tapaban partes que se habían borrado. La restauración se llevó a cabo en dos fases: en la primera se restauraron la bóveda y las paredes, en la segunda se restauró el Juicio Final, que fue presentado al público el día de Pascua de 1994 por el papa Juan Pablo II.

Pese a que durante la década de 1540 recibió también el encargo de decorar al fresco la Capilla Paulina, la principal actividad en esta fase de su vida la encaminó hacia la arquitectura.


EL CAPITOLIO


Entre 1538 y 1539 se iniciaron las obras de remodelación de los edificios en torno a la plaza del Capitolio (Campidoglio), sobre la colina del mismo nombre, corazón político y social de la ciudad de Roma. Lo concibió como un espacio ovalado y en su centro colocó la antigua estatua ecuestre en bronce del emperador Marco Aurelio. En torno a ella dispuso el Palazzo dei Conservatori y el Museo Capitolino, así como también el Palazzo del Senatori, dando al conjunto una nueva uniformidad constructiva acorde con la monumentalidad propia de la antigua Roma.


LA BASÍLICA DE SAN PEDRO


La obra cumbre de Miguel Ángel como arquitecto fue la basílica de San Pedro, con su impresionante cúpula. La dirección de las obras, iniciadas por Donato Bramante y continuadas, entre otros, por Antonio Sangallo el Joven y Rafael, le fue encomendada por el Papa en 1546. Siguiendo el esquema de Bramante, Miguel Ángel diseñó un templo de planta de cruz griega coronado por una espaciosa y monumental cúpula sobre pechinas de 42 metros de diámetro. Posteriormente, Carlo Maderno modificó la planta original y la transformó en una planta de cruz latina.

 TRASCENDENCIA ARTÍSTICA


A lo largo de su dilatada vida, Miguel Ángel fue amigo de príncipes y papas, desde Lorenzo de Medici a León X, Clemente VII y Pío III, así como también de cardenales, pintores y poetas. Él mismo llegó a componer versos de indudable calidad, en los que pone de manifiesto sus pensamientos, ansiedades, frustraciones, ideas estéticas y su relación con la filosofía neoplatónica.




El gran poeta del renacimiento Ludovico Ariosto escribió refiriéndose a él: “Miguel Ángel, más que mortal, divino”. Ciertamente, el epíteto ‘divino’ fue extensamente aplicado a este artista gracias a sus extraordinarias dotes y talento. Dos generaciones de pintores y escultores italianos, entre los que se encuentran Rafael, Annibale Carracci, Pontormo, Rosso Fiorentino, Sebastiano del Piombo y Tiziano, admiraron su manera de tratar el cuerpo humano. La cúpula de San Pedro del Vaticano se convirtió en modelo y paradigma para todo el mundo occidental. 

VER: El lado oscuro de Miguel Ángel
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VER: Miguel Ángel Buonarroti





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